Las situaciones de riesgo o crisis repentinas generan en unos miedo, zozobra, pérdida de la tranquilidad y la salud, incluso llegando a paralizar por completo a algunos.
A otros esa situación de adversidad los pone en función de la búsqueda de las soluciones, reta la imaginación, se vuelve una herramienta de proyección hacia el futuro.
Evidentemente esto conjuga una serie de situaciones. Cada persona tiene una configuración particular. Los rasgos de personalidad de algunos los hace demasiado sensibles llegando a sentirse más afectados por las situaciones, tienen una percepción más aguda de las cosas.
Hoy en día existen variadas investigaciones sobre el comportamiento humano que muestran que variando el enfoque, canalizando recursos o enfrentando decididamente las circunstancias se puede pasar de una experiencia negativa a una nueva en la que la reflexión constructiva sea el motor y el método de búsqueda de soluciones.
Los problemas son oportunidades. Solo hay que ver las cosas desde un ángulo diferente, no pensar en ello como una amenaza, tratar de que no haya afectación emocional, que no desequilibre ni logre desbalancear a nuestro ser. Mirar desde afuera como si fuéramos un simple espectador.
Algunas cosas que pueden funcionar son las siguientes:
Reprogramarnos mentalmente, no tener miedo a la adversidad, aceptar que ciertas cantidades de estrés son saludables para nuestro emprendimiento, ser creativos y prácticos y no desanimarnos.
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