martes, 24 de enero de 2017

EL BIEN COMÚN (3) INDICADORES DE BIENESTAR - Desarrollo Social



INGRESO/ BIENESTAR ECONÓMICO

Por un lado está el ingreso de las corporaciones, para quienes todo en esta vida se reduce a una mercancía que debe cumplir una utilidad y reportar unos ingresos. Por eso toman el agua como si fuera un barril de petróleo o un kilo de cualquier mineral precioso, pasando por alto que se puede vivir sin petróleo o diamante, pero no sin agua porque es la vida de los ecosistemas, de los seres, de las personas. Quisiéramos que en materia de noticias hubieran mejores cosas para nuestras comunidades.
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Sus ingresos son sagrados, nada puede atentar contra ellos pero no existe la misma preocupación por los ingresos de las personas.

Los expertos sacan conclusiones bastante alarmantes.  La ley de patentes crea más desigualdad, agrandando la sima entre naciones ricas y naciones pobres. Los países tercermundistas se encuentran al borde del colapso en las condiciones actuales. Y basados en el esquema de los magnates del poder que conlleva a adquirir cosechas, crear escasez, modificar semillas, patentarlas, practicar un criterio empresarial enfermizo y destructivo de la competencia, hacer que los futuros cultivos dependan de que les compren solo a ellos, etc, se ha establecido que  los países pobres quedarían 10 veces más endeudados que en las condiciones actuales.

Cualquier foro económico mundial sobre ayuda a los países pobres se queda en la retórica mientras que con la agresividad de la ley de patentes, las naciones ricas están condenando a la inanición a millones de hombres y mujeres. Es cuando más se cumplen las palabras de Gandhi cuando afirmó que todo bocado de más en una parte del mundo es robado a un pobre del planeta.

Los países tercermundistas tienen indicadores de pobreza y de servicio público muy preocupantes. En Haití, por ejemplo sólo el 5% de la población tiene agua potable. Quibdó, además de otras poblaciones chocoanas, no tienen acueducto. ¿Por qué? Porque en términos de rentabilidad no son prioritarios. La salud pública y la educación pública no son prioritarios bajo la óptica del Hombre de Negocios.

Economías pobres, falta de educación y salud, faltas de obras de infraestructura como vías para la entrada y salida de recursos convierten a éstas regiones y a sus pobladores en condenados a un futuro improbable, inestable, con democracias frágiles y con poblaciones que se hacinan sin oportunidad de cambio.

La Tierra llega al límite de la explotación. No hay discurso que valga para hacer entender a los grandes intereses que el agua no es igual al petróleo y que no puede privatizarse su consumo ni modificar su cauce para desarrollar grandes proyectos agroindustrales porque las consecuencias siempre son mayores a las previstas. En última instancia estos proyectos giran sobre estrictos criterios económicos basados en la negación del recurso hídrico como un bien común y las modificaciones al medio ambiente generan sequías y desabastecimiento de recursos para pobladores de vastas regiones.

Al no mirarla como un bien común, como un patrimonio de todos se toman decisiones caprichosas solo pensando en el bolsillo de los grandes inversionistas. Se crea caos y desolación en regiones que se vuelven áridas y que en otros tiempos eran grandes productores de calabazas y sandías, como en el caso de la modificación del delta del río Colorado. Controlar el cauce del agua haría que las ciudades solo tuvieran acceso a ella al pagar.

El Hombre de Negocios fijó sus ojos en el Lago Gisborne, en Canadá, con un flujo de 100.000.000 de metros cúbicos al año. Las condiciones del agua en su estado natural son inmejorables por el entorno del mismo lago. Se calculó cuanta agua podría embotellarse en un año y venderse a determinado precio, con el atractivo publicitario de promover el consumo de agua completamente saludable del citado remanso de agua.

El capitalista saca cuentas alegres e informa a la comunidad que el valioso recurso no perecerá. Pero igual declaración ha hecho ante otros recursos o seres que han llevado a la extinción porque la voracidad misma del negocio hace que se sea poco precavido en cuanto a las consecuencias de la sobreexplotación. Olvida el capitalista en sus previsiones la inmensa importancia que tiene el agua dulce al entrar al mar creando estuarios de vida.

La construcción de un canal artificial en el río Colorado para irrigar un desierto y “hacerlo florecer” trajo mucho dinero a los dueños del proyecto agrícola pero al mismo tiempo secó una parte importante del cauce natural del río en México, logrando volver áridas tierras que en otros tiempos producían grandes cantidades de recursos agrícolas. Olvidan los amantes de las ganancias que el agua es un patrimonio común y que pertenece al ecosistema del que hace parte. Es un bien común.

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