INGRESO/
BIENESTAR ECONÓMICO
Por un lado está el ingreso
de las corporaciones, para quienes todo en esta vida se reduce a una mercancía
que debe cumplir una utilidad y reportar unos ingresos. Por eso toman el agua
como si fuera un barril de petróleo o un kilo de cualquier mineral precioso,
pasando por alto que se puede vivir sin petróleo o diamante, pero no sin agua
porque es la vida de los ecosistemas, de los seres, de las personas. Quisiéramos que en materia de noticias hubieran mejores cosas para nuestras comunidades.
.
Sus ingresos son sagrados, nada
puede atentar contra ellos pero no existe la misma preocupación por los
ingresos de las personas.
Los expertos sacan
conclusiones bastante alarmantes. La ley
de patentes crea más desigualdad, agrandando la sima entre naciones ricas y
naciones pobres. Los países tercermundistas se encuentran al borde del colapso
en las condiciones actuales. Y basados en el esquema de los magnates del poder
que conlleva a adquirir cosechas, crear escasez, modificar semillas,
patentarlas, practicar un criterio empresarial enfermizo y destructivo de la
competencia, hacer que los futuros cultivos dependan de que les compren solo a
ellos, etc, se ha establecido que los
países pobres quedarían 10 veces más endeudados que en las condiciones actuales.
Cualquier foro económico
mundial sobre ayuda a los países pobres se queda en la retórica mientras que
con la agresividad de la ley de patentes, las naciones ricas están condenando a
la inanición a millones de hombres y mujeres. Es cuando más se cumplen las
palabras de Gandhi cuando afirmó que todo bocado de más en una parte del mundo
es robado a un pobre del planeta.
Los países tercermundistas
tienen indicadores de pobreza y de servicio público muy preocupantes. En Haití,
por ejemplo sólo el 5% de la población tiene agua potable. Quibdó, además de
otras poblaciones chocoanas, no tienen acueducto. ¿Por qué? Porque en términos
de rentabilidad no son prioritarios. La salud pública y la educación pública no
son prioritarios bajo la óptica del Hombre de Negocios.
Economías pobres, falta de
educación y salud, faltas de obras de infraestructura como vías para
la entrada y salida de recursos convierten a éstas regiones y a sus pobladores
en condenados a un futuro improbable, inestable, con democracias frágiles y con
poblaciones que se hacinan sin oportunidad de cambio.
La Tierra llega al límite de
la explotación. No hay discurso que valga para hacer entender a los grandes
intereses que el agua no es igual al petróleo y que no puede privatizarse su
consumo ni modificar su cauce para desarrollar grandes proyectos agroindustrales
porque las consecuencias siempre son mayores a las previstas. En última
instancia estos proyectos giran sobre estrictos criterios económicos basados en
la negación del recurso hídrico como un bien común y las modificaciones al
medio ambiente generan sequías y desabastecimiento de recursos para pobladores
de vastas regiones.
Al no mirarla como un bien
común, como un patrimonio de todos se toman decisiones caprichosas solo
pensando en el bolsillo de los grandes inversionistas. Se crea caos y
desolación en regiones que se vuelven áridas y que en otros tiempos eran
grandes productores de calabazas y sandías, como en el caso de la modificación
del delta del río Colorado. Controlar el cauce del agua
haría que las ciudades solo tuvieran acceso a ella al pagar.
El Hombre de Negocios fijó
sus ojos en el Lago Gisborne, en Canadá, con un flujo de 100.000.000 de metros
cúbicos al año. Las condiciones del agua en su estado natural son inmejorables
por el entorno del mismo lago. Se calculó cuanta agua podría embotellarse en un
año y venderse a determinado precio, con el atractivo publicitario de promover
el consumo de agua completamente saludable del citado remanso de agua.
El capitalista saca cuentas
alegres e informa a la comunidad que el valioso recurso no perecerá. Pero igual
declaración ha hecho ante otros recursos o seres que han llevado a la extinción
porque la voracidad misma del negocio hace que se sea poco precavido en cuanto
a las consecuencias de la sobreexplotación. Olvida el capitalista en sus
previsiones la inmensa importancia que tiene el agua dulce al entrar al mar
creando estuarios de vida.
La construcción de un canal
artificial en el río Colorado para irrigar un desierto y “hacerlo florecer”
trajo mucho dinero a los dueños del proyecto agrícola pero al mismo tiempo secó
una parte importante del cauce natural del río en México, logrando volver
áridas tierras que en otros tiempos producían grandes cantidades de recursos
agrícolas. Olvidan los amantes de las
ganancias que el agua es un patrimonio común y que pertenece al ecosistema del
que hace parte. Es un bien común.
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