Según consigna una publicación del sitio Vice.com, entre las
anécdotas más llamativas destacan un paciente al que le habían cortado el pene
con machete o a un tipo al que le daba flojera ir al baño del hospital y
prefería hacerse en el piso junto a su camilla.
A continuación algunos relatos de enfermeras y enfermeros.
David: “Una vez llegó un paciente al que le cortaron el pene
con un machete. Su pene se veía diminuto y perdido en la camilla junto a él. El
corte había sido tan feo y abrupto que era imposible volvérselo a pegar. Eso te
pasa cuando tratas de escapar del Cártel de los Zetas”.
Jenny: “Una vez, un paciente adulto no quiso utilizar el
baño y prefirió sacar el trasero por una orilla de la cama y hacerse en el piso
como si fuera un perro. Después me llamó para que fuera a recogerlo".
Marty: “El hospital donde trabajaba era famoso por sus
cirugías microvasculares, o sea, se especializaban en volver a pegar miembros o
dedos amputados. Un día llegó un tipo al que le cayó un camión cuando estaba
trabajando y le cortó las dos orejas. Se las volvieron a unir pero empezó a
presentar congestión venosa, lo cual provoca pérdida de irrigación sanguínea en
la zona reimplantada. al final usamos sanguijuelas como tratamiento porque
estos animales sueltan una enzima que actúa como anticoagulante local. El
paciente se paseaba por toda la unidad varias veces al día con una sanguijuela
en cada oreja, como si fueran aretes. Y funcionó. Salió del hospital con sus
dos orejas”.
Braulio: “Tuve una paciente de 40 y tantos que se masturbaba
constantemente. Como ninguno de mis compañeros la encontraba en eso sino solo
yo, creyeron que lo hacía porque yo le gustaba. Se la pasaban diciendo que
éramos novios y cosas por el estilo. Era ridículo. Ya quería que la dieran de
alta”.
Alicia: “No sé qué le pasa a los ancianos en la noche. Son
como gremlins… Es increíble lo fuerte que pueden llegar a ser o lo confundidos
que pueden llegar a estar. Las dulces abuelitas me han pateado, pegado, mordido
y escupido en la madrugada. Pero después, en la mañana, regresan a su forma
tierna y amable”.
Mauro: “Una vez, un indigente borracho, drogado y apenas
consciente me susurró la letra de “Run to the Hills” de Iron Maiden. No podía
dejar de reír. Si no fuera por la ética, la decencia y el juramento
hipocrático, se lo hubiera mandado a todos mis amigos por Snapchat”.
Lucía: “Una vez, un tipo usó el cable del botón para llamar
al equipo de enfermería como lazo y se lo aventó a mi compañera. Lo lanzó con
tanta fuerza que le fracturó el pómulo”.
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